Vamos a estar claros señores, ese mito que Disney nos ha vendido que a la primera persona que le echemos el ojo, nos mueva el piso, nos afloje las piernas –y entre otras cosas más- será nuestro único y gran amor no es nada seguro. Me choca que a estas alturas haya personas suspirando y llorando por personas que no les convienen usando el argumento “Es que es el amor de mi vida”.
Llámenme anti-romántica o sobre-ácida si quieren, pero es la purita verdad. O sea, no analizamos cuando estamos en ese estado –me incluyo, quizás no haya dicho “Amor de mi vida” pero sí me he enfrascado-. A veces creo que nos falta un poco de sentido crítico y de frialdad al buscarnos una pareja, un novio, el enchuque de tiempo o lo que sea evaluando detalladamente si tienen la madera suficiente como para “darnos la talla” y preguntarnos qué es lo que pretendemos con ellos en planes inmediatos y futuros.
Hay algunas cosas importantes a considerar, como por ejemplo:
¿Qué futuro tenemos juntos?
Yo me declaro fóbica del matrimonio –aunque fanática de la planificación-, la palabra nada más me produce escalofríos es mucha responsabilidad llegar al estado en el que despertarás todos los días al lado de la misma persona, compartiendo vidas, hábitos, malas mañas entre otras cosas. Y de enfrentar con valentía los problemas que se acarrean juntos, hace falta demasiado guáramo, decisión y certeza como para llegar a un paso así. Desde mi punto de vista pienso que las personas “no deberían” divorciarse, pero si llega un punto en el cual no hay marcha atrás y todo se está volviendo un desastre es mejor separarse a que vengan más problemas y acabemos nuestra existencia amargados. Hay personas ajenas a las circunstancias reales que dicen “¿Pero qué estás haciendo, si ustedes son el uno para el otro?”, ellos pueden opinar desde su óptica, pero no saben qué es lo que de verdad pasa.
En la vida estamos llenos de apariencias y de lo “lo que se ve”, pero para lo que los terceros es evidencia de felicidad y perfección, para otros puede ser un disimulo de una relación que esta yendo mal. La felicidad es algo realmente relativo, como el bien y como el mal; las cosas carnales son permanentes, a la larga nacemos para morir y al final lo que importa en una pareja es la comprensión, el estar de acuerdo y las metas en común. La felicidad no es ningún estado permanente de ánimo condicionado a las disposiciones de la pareja, es estar contento con uno mismo porque se siente satisfecho de lo que hemos crecido como personas.
Anteayer hablaba con un grupo de compañeras de la universidad con respecto a la elección de parejas, el grupo entero ya estamos en el octavo semestre de la carrera, prácticamente a un año de graduarnos de periodistas; llegamos a la conclusión que para estar más seguras en un futuro necesitamos alguien “a nuestro nivel”. Sí, a nuestro nivel. Me explico, alguien con nuestro nivel de instrucción, raciocinio y entendimiento –hasta más si es necesario- que no nos haga pasar pena delante de otras personas con cierta cultura, que respete nuestras prioridades y decisiones, alguien que se identifique, valore y apoye nuestro trabajo y méritos, alguien que tenga conocimiento, responsabilidad y madurez de lo que serán nuestras vidas en el futuro.
Obviamente no se pasa por debajo de la mesa que para que las cosas estén a la par pues tenemos que considerar de igual manera a nuestra pareja, en fin buscarnos a alguien que sea compatible. Hay hombres y mujeres extremadamente básicos, que no se ocupan de nada más que vivir el presente sin preocupación alguna y sin pensar en las aspiraciones para el futuro. Yo creo que peco muchas veces en cuanto a la aspiración, siempre pienso en grande; algunos lo llaman egocentrismo, yo lo llamo justificar mi existencia.
Juntos pero no revueltos
Hay personas EXCESIVAMENTE perturbadoras, están en todos lados buscando, acechando, captando cualquier situación irregular para “armar el saperoco”, creo que quizás a esas personas les pusieron el chip de la “pertenencia” en la cabeza; hay muchos hombres y mujeres cavernícolas que piensan que pueden poseer la existencia del otro a su antojo. Si se dejan, pues es realmente triste. Es necesario respetar las prioridades del otro, dando algo de confianza o al menos del beneficio de la duda.
Volviendo a la conversación femenina estábamos el otro día conversando entre mujeres sobre que a algunos hombres que no se les puede demostrar simpatía o amabilidad porque ahí mismo piensan que queremos “algo” con ellos, sé que en el caso de las mujeres también pasa eso. Para esas personas tengo tres palabras algo fuertes: “rolo e' gall@s”. Sí, lo sé quizás algunas personas que estén leyendo esto y se sientan aludidas dirán: ¿Qué se cree esta carajita como para decir eso? Pues bueno, lo digo porque así es… uno a veces es amable para quedar bien parado, simpático, agradable y bien visto cuando luego se encuentra enredado en un lío “amoroso”, la solución: Ser ácido. Entiendo que hay personas que no les sale esto, pero a la larga resulta conveniente decir las cosas de una vez y como son a estar en estas situaciones incómodas. (Nota personal: Yo sí, soy ácida… ¿Y qué?)
Aclarar las cosas a tiempo es mejor que aguantarse una cantidad de tiempo por gritarle a ese (a) gall@ “Coño, ¿tú no entiendes que yo no quiero nada contigo, o es que no te has dado cuenta como te trato?”, puede que luego se sientan mal, pero les aseguro que con el paso del tiempo eso será lo mejor ya que se habrán sacado a un peso de encima y la otra persona saldrá de su confusión. No soy una doctora corazón, ni mucho menos pero todo esto es una reflexión de lo que he visto y vivido.
Los finales felices no vienen de gratis, hay mucha tela por cortar en la vida y sobretodo si es en pareja; sí, hay personas que asumen su responsabilidad del matrimonio hasta el fin y logran salir exitosos. Pero hay personas que tiran la toalla por incompatibilidad, incomodidad, entre otras circunstancias lo cual es respetable pues cada quien ve qué es lo mejor que puede hacer con su vida, si vale la pena seguir en pie de lucha o si se claudica.
Acordémonos que la lengua es –sin duda alguna- el peor castigo del cuerpo, hoy sabemos lo que tenemos, mañana quién sabe si nuestro futuro se asemeje a lo que aspiramos o queremos pero es importante ser honesto con uno mismo y “tomar al toro por los cachos”, sé que esto no es fácil, sobre todo si debemos lidiar con los sentimientos que se posesionan de nosotros. Pero al final de toda esta ronda tenemos que sentirnos orgullosos de nosotros mismos, de lo que pudimos lograr y superar a costa de nuestro carácter y firmeza. La próxima vez que vuelva a escuchar a algún amig@ llorar por un alguien que NO lo vale y que diga “Pero es que él (ella) es el amor de mi vida”, creo que me va a dar el ataque de epilepsia y vomitaré todo esto que escribí.
(Nota Personal: ¡Me siento tan orgullosa de no ser una niña fresa o rosa!)
Llámenme anti-romántica o sobre-ácida si quieren, pero es la purita verdad. O sea, no analizamos cuando estamos en ese estado –me incluyo, quizás no haya dicho “Amor de mi vida” pero sí me he enfrascado-. A veces creo que nos falta un poco de sentido crítico y de frialdad al buscarnos una pareja, un novio, el enchuque de tiempo o lo que sea evaluando detalladamente si tienen la madera suficiente como para “darnos la talla” y preguntarnos qué es lo que pretendemos con ellos en planes inmediatos y futuros.
Hay algunas cosas importantes a considerar, como por ejemplo:
¿Qué futuro tenemos juntos?
Yo me declaro fóbica del matrimonio –aunque fanática de la planificación-, la palabra nada más me produce escalofríos es mucha responsabilidad llegar al estado en el que despertarás todos los días al lado de la misma persona, compartiendo vidas, hábitos, malas mañas entre otras cosas. Y de enfrentar con valentía los problemas que se acarrean juntos, hace falta demasiado guáramo, decisión y certeza como para llegar a un paso así. Desde mi punto de vista pienso que las personas “no deberían” divorciarse, pero si llega un punto en el cual no hay marcha atrás y todo se está volviendo un desastre es mejor separarse a que vengan más problemas y acabemos nuestra existencia amargados. Hay personas ajenas a las circunstancias reales que dicen “¿Pero qué estás haciendo, si ustedes son el uno para el otro?”, ellos pueden opinar desde su óptica, pero no saben qué es lo que de verdad pasa.
En la vida estamos llenos de apariencias y de lo “lo que se ve”, pero para lo que los terceros es evidencia de felicidad y perfección, para otros puede ser un disimulo de una relación que esta yendo mal. La felicidad es algo realmente relativo, como el bien y como el mal; las cosas carnales son permanentes, a la larga nacemos para morir y al final lo que importa en una pareja es la comprensión, el estar de acuerdo y las metas en común. La felicidad no es ningún estado permanente de ánimo condicionado a las disposiciones de la pareja, es estar contento con uno mismo porque se siente satisfecho de lo que hemos crecido como personas.
Anteayer hablaba con un grupo de compañeras de la universidad con respecto a la elección de parejas, el grupo entero ya estamos en el octavo semestre de la carrera, prácticamente a un año de graduarnos de periodistas; llegamos a la conclusión que para estar más seguras en un futuro necesitamos alguien “a nuestro nivel”. Sí, a nuestro nivel. Me explico, alguien con nuestro nivel de instrucción, raciocinio y entendimiento –hasta más si es necesario- que no nos haga pasar pena delante de otras personas con cierta cultura, que respete nuestras prioridades y decisiones, alguien que se identifique, valore y apoye nuestro trabajo y méritos, alguien que tenga conocimiento, responsabilidad y madurez de lo que serán nuestras vidas en el futuro.
Obviamente no se pasa por debajo de la mesa que para que las cosas estén a la par pues tenemos que considerar de igual manera a nuestra pareja, en fin buscarnos a alguien que sea compatible. Hay hombres y mujeres extremadamente básicos, que no se ocupan de nada más que vivir el presente sin preocupación alguna y sin pensar en las aspiraciones para el futuro. Yo creo que peco muchas veces en cuanto a la aspiración, siempre pienso en grande; algunos lo llaman egocentrismo, yo lo llamo justificar mi existencia.
Juntos pero no revueltos
Hay personas EXCESIVAMENTE perturbadoras, están en todos lados buscando, acechando, captando cualquier situación irregular para “armar el saperoco”, creo que quizás a esas personas les pusieron el chip de la “pertenencia” en la cabeza; hay muchos hombres y mujeres cavernícolas que piensan que pueden poseer la existencia del otro a su antojo. Si se dejan, pues es realmente triste. Es necesario respetar las prioridades del otro, dando algo de confianza o al menos del beneficio de la duda.
Volviendo a la conversación femenina estábamos el otro día conversando entre mujeres sobre que a algunos hombres que no se les puede demostrar simpatía o amabilidad porque ahí mismo piensan que queremos “algo” con ellos, sé que en el caso de las mujeres también pasa eso. Para esas personas tengo tres palabras algo fuertes: “rolo e' gall@s”. Sí, lo sé quizás algunas personas que estén leyendo esto y se sientan aludidas dirán: ¿Qué se cree esta carajita como para decir eso? Pues bueno, lo digo porque así es… uno a veces es amable para quedar bien parado, simpático, agradable y bien visto cuando luego se encuentra enredado en un lío “amoroso”, la solución: Ser ácido. Entiendo que hay personas que no les sale esto, pero a la larga resulta conveniente decir las cosas de una vez y como son a estar en estas situaciones incómodas. (Nota personal: Yo sí, soy ácida… ¿Y qué?)
Aclarar las cosas a tiempo es mejor que aguantarse una cantidad de tiempo por gritarle a ese (a) gall@ “Coño, ¿tú no entiendes que yo no quiero nada contigo, o es que no te has dado cuenta como te trato?”, puede que luego se sientan mal, pero les aseguro que con el paso del tiempo eso será lo mejor ya que se habrán sacado a un peso de encima y la otra persona saldrá de su confusión. No soy una doctora corazón, ni mucho menos pero todo esto es una reflexión de lo que he visto y vivido.
Los finales felices no vienen de gratis, hay mucha tela por cortar en la vida y sobretodo si es en pareja; sí, hay personas que asumen su responsabilidad del matrimonio hasta el fin y logran salir exitosos. Pero hay personas que tiran la toalla por incompatibilidad, incomodidad, entre otras circunstancias lo cual es respetable pues cada quien ve qué es lo mejor que puede hacer con su vida, si vale la pena seguir en pie de lucha o si se claudica.
Acordémonos que la lengua es –sin duda alguna- el peor castigo del cuerpo, hoy sabemos lo que tenemos, mañana quién sabe si nuestro futuro se asemeje a lo que aspiramos o queremos pero es importante ser honesto con uno mismo y “tomar al toro por los cachos”, sé que esto no es fácil, sobre todo si debemos lidiar con los sentimientos que se posesionan de nosotros. Pero al final de toda esta ronda tenemos que sentirnos orgullosos de nosotros mismos, de lo que pudimos lograr y superar a costa de nuestro carácter y firmeza. La próxima vez que vuelva a escuchar a algún amig@ llorar por un alguien que NO lo vale y que diga “Pero es que él (ella) es el amor de mi vida”, creo que me va a dar el ataque de epilepsia y vomitaré todo esto que escribí.
(Nota Personal: ¡Me siento tan orgullosa de no ser una niña fresa o rosa!)
1 han dejado sus palabras:
Cuando alguien me dice “Pero es que él (ella) es el amor de mi vida” les recuerdo que eso mismo decían del novi@ anterior que les montó cachos, o las trataba mal, etc.
Sobre lo de una persona "a nuestro nivel", yo siempre he pensado que la mujer que quiero debe ser alguien que me ayude y empuje a alcanzar mis metas y ambiciones. Hoy en día he bajado esos requerimientos un poco, y mi nueva regla es "sino me vas ayudar, por lo menos no me estorbes".
Post a Comment